Nací en una ciudad de metal.
Sin bosques.
Sin amor.
Sin padres.
Soñaba dentro de otro sueños... Soñaba otros sueños. Leía a Rilke.
Y todo pasó a ser oblicuo.
Un día volví a caminar por allí.
Esta vez había árboles y un ser amarillo, grande como el sol, que lo iluminaba todo.
Esta vez había árboles y un ser amarillo, grande como el sol, que lo iluminaba todo.